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segunda-feira, 2 de maio de 2011

El compromiso


Uno de los más grandes enemigos de la juventud en estos tiempos, uno de los principales causantes de muchas vidas sin propósitos, sin sueños es la falta de compromiso con Dios.
Dios es sin duda nuestro Creador y como Dios Creativo, derrama Sueños.
Los sueños son ideas creativas que nos regala El Señor para que las desarrollemos, las cumplamos. Ejemplo: Habacuc.
Como jóvenes, somos emocionales, somos hormonales, somos momentáneos. El más claro ejemplo son los cultos dónde Dios habla una cosa y nosotros salimos con todas las ganas de arremeter contra Satanás, dispuestos a morir si fuera preciso por la causa de Cristo. Pero pasa un par de horas y todo ese fuego se apaga. Esto pasa usualmente cuando no tenemos compromiso con Dios.
Muchos de nosotros queremos servir al Señor desde nuestras perspectivas. Queremos muchas veces predicar a lo largo del mundo, cuando ni siquiera podemos predicarle a nuestros vecinos. Muchos de nosotros queremos tener muchos discípulos, pero en realidad no queremos pagar el precio de dedicarle nuestro tiempo al Señor. Muchos queremos que caigan las cosas del cielo, nuestra unción, nuestro ministerio, nuestro llamado, pero así no funcionan las cosas.
El más claro ejemplo de compromiso con Dios lo encontramos en la Historia de David. Primeramente tenemos que acordarnos de Saúl, el rey que vino antes. Saúl era hermoso, lleno de talentos, el más alto de toda su tribu y fue ungido rey.
En un principio se comprometió a seguir al Señor con todo su corazón, aunque personalmente no creo que lo haya hecho con todo su corazón. ¿Y por qué?
Sencillo: en el momento en que sus intereses fueron afectados, en el momento en que empezó a creer que era por su fuerza, por sus talentos, que había sido elegido rey, en el momento en que no quiso entregar y rendir su vida totalmente a la autoridad de Dios, es precisamente cuando pierde su reino.
Por otro lado, tenemos a David, un simple pastorcillo de ovejas, un adolescente medio roquero, con el pelo largo, cuidando ovejas en los pastizales más alejados de su familia, para que quizás ellos no se sintieran con vergüenza de decir que era su hijo.
A lo largo del relato, vemos cómo nadie pensaba que David fuera candidato siquiera a dirigir un rebaño de ovejas mayor, imposible dirigir a un pueblo.
Lo que las personas no sabían era que desde hacía un tiempo, David había entregado su vida al Señor. En soledad, en medio de las ovejas, sus únicas compañeras, es que David empieza su gran llamado.
Una vez es ungido rey, David no asume directamente el reino, sino que viene un proceso de confirmación acerca de su llamado. Me imagino que Dios quería probar el corazón comprometido de David.
Es así que mata a Goliat, se convierte en el yerno de Saúl, hace una amistad eterna con Jonatán, huye y escapa del rey endemoniado y llega a refugiarse en una cueva.
Para este momento habían pasado alrededor de 15 años desde que David es ungido rey por el profeta Samuel. 15 años desde que Dios le dice a este jovencito que sería el que lideraría a un pueblo poderoso y que impactaría la historia para siempre.
En la actualidad, existen muchos como David. Tienen talentos, tienen llamados, tienen seguramente al Espíritu de Dios, pero no quieren permanecer en un lugar fijo, no quieren pagar el precio de desarrollar su ministerio en el lugar que Dios determinó para ese momento.
Hay muchos otros que solamente piensan en el futuro, solamente piensan en lo que harán con su vida, en cuán exitosos serán, olvidándose de su llamado, de su ministerio el día de hoy. Muchos se la pasan soñando, sin darse cuenta que Dios los necesita en este preciso instante.
David tenía un compromiso serio con Dios, es por eso que no abandonó el lugar donde Dios lo había colocado, a pesar que quizás tuvo muchas oportunidades de hacerlo.
Muchos de nosotros queremos llegar a lugares de privilegio, sin pagar el precio de trabajo duro, consagración a Dios y cambio de vida. Muchas personas quieren cantar frente a las personas, pero no quieren cambiar sus vidas. Muchos quieren predicar en los cultos, en las congregaciones, pero no quieren predicarle a algún hermano que pasa dificultades.

El compromiso con Dios implica las siguientes virtudes:

Decisión de seguir al Señor para siempre
Autoridad para enfrentarnos a nuestros temores
Valentía para permanecer en el lugar donde Dios nos pone
Increíble amor que derrama Dios por las almas perdidas
Definitivamente FE en que Dios nos ayudará, pese a las circunstancias

Una vez que David, pasó por estas pruebas, el Señor abrió las puertas para que empezar a desarrollar plenamente su llamado, su propósito.
Debemos reconocer, que aunque David, tuvo muchos defectos, éstos no le impidieron vivir comprometido seriamente con Dios.

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